Artículo publicado en la Revista PAPELES de Relaciones Ecosociales y Cambio Global Nº 151 2020, pp. 67-74, ISSN 1888-0576, ahora disponible en abierto. Texto escrito en mayo de 2020.

La actual pandemia es la señal de alarma que nos da el último aviso –de forma tangible, sensible, inolvidable– de la esencia destructora del progreso cuando con este término indicamos, con un error semántico, el desarrollo económico ilimitado. Este último no tiene relación alguna, siendo a veces incluso su contrario, con el verdadero progreso, el progredi, el seguir adelante, de la raíz pre-indoeuropea ghredh-, ‘andar’. Alcanzar una sociedad sin clases sería verdadero progreso. Dar vida a comunidades profundamente democráticas e igualitarias, en armonía con la naturaleza, sería verdadero progreso. Garantizar que cada ser humano disponga de los elementos indispensables para la supervivencia –alimento, refugio, protección– sería verdadero progreso. Defender todos los seres vivos sin depender de su especie, honrando la vida en todas sus formas. Poner la técnica al servicio de la vida. Aceptar la diversidad de pensamiento, de comportamiento, de costumbres sin prejuicios. Considerar a las personas mayores como las depositarias de la sabiduría y la memoria, en lugar de apartarlas de la vida social por no producir y dejar que el virus extermine a una generación. Todos estos elementos serían verdadero progreso.

La imagen del Ángel de la Historia de Walter Benjamin es la imagen de nuestro presente. Las «ruinas que se acumulan hasta el cielo» ante las cuales el Ángel querría detenerse, «despertando los muertos y reparando lo destruido», son hoy en día los muertos acumulados hasta el cielo en las residencias de ancianos, los muertos acumulados en las fosas comunes en que se pierden las personas sin poder, son los muertos acumulados en el fondo del Mediterráneo, los futuros muertos por la catástrofe climática, los muertos en países lejanos y cercanos que hacen girar las ruedas de la industria de una economía en su fase terminal.

Ante las amenazas a la especie humana y el acercarse de nuevas catástrofes, Benjamin en 1940 propone la interrupción revolucionaria del Progreso (léase desarrollo técnico-armamentístico), considerando la revolución como el acto «por el cual la humanidad que viaja en ese tren [del Progreso] aplica los frenos de emergencia». Hoy en día la amenaza no es la Solución Final, que Benjamin preveía, sino la catástrofe climática y las nuevas pandemias de origen zoonótico, consecuencia de la actividad de los humanos, además de la siempre presente amenaza nuclear.

Aplicar los frenos de emergencia al desarrollo económico y poner la técnica al servicio de la vida son los únicos actos salvíficos a nivel de supervivencia de la especie. El decrecimiento ha alcanzado finalmente su momento de legibilidad, representando hoy la única solución para un cambio cultural profundo, un verdadero progreso. Ahora nos encontramos ante una encrucijada: la producción de una deriva cada vez más autoritaria en defensa de la economía neoliberal o el inicio del nacimiento de una sociedad cuyo elemento fundamental sea la vida.

La finalidad del Manifiesto por la Reorganización de la Ciudad tras el COVID19 es producir un momento de reflexión colectiva profunda, indicando un camino en dirección contraria a la carrera ciega del tren neoliberal dirigido al abismo.

 

El Manifiesto por la Reorganización de la Ciudad tras el COVID19 fue publicado en abril de 2020, todavía en pleno confinamiento, como propuesta para enfrentar los problemas ecológico-sociales que afectan a la ciudad neoliberal y que la pandemia ha puesto en evidencia. Al final de este artículo se ofrece un cuadro con la síntesis y enlace al manifiesto.

 

En lugar de entrar en los detalles del Manifiesto, resulta necesaria una reflexión más amplia sobre los elementos de la ciudad, y de la sociedad, cuyo cambio representaría, en la opinión de quien escribe, un verdadero progreso. Algunos elementos han quedado al margen del Manifiesto, simplemente citados o incluso omitidos, a pesar de su fundamental importancia, por la necesidad de presentar un documento sintético con un carácter operativo.

Ciudad del no-control

La Universidad de Harrisburg, en Estados Unidos, ha publicado recientemente un estudio titulado A Deep Neural Network Model to Predict Criminality Using Image Processing, que presenta una técnica de reconocimiento facial capaz de predecir si una persona será un criminal. Este estudio, digno de la más pura frenología decimonónica, representa la versión moderna de las ideas lombrosianas.

Cesare Lombroso, quien veía degeneración en la asimetría craneal de Dante, Pericles o Kant, o bien en la baja estatura de Epicuro, Platón u Horacio, vuelve a aparecer en la tecnología avanzada. El verdadero progreso sería eliminar el uso discriminatorio de la tecnología, borrando para siempre la clasificación de las personas, que pretende reducir su inmensa complejidad a un diagnóstico (a menudo de clase).

Sin necesidad de ir lejos, es suficiente visitar el centro de Barcelona para darse cuenta del control panóptico que reina en la ciudad. Cámaras de vigilancia mapean el centro como una cárcel al aire libre controlando en todo momento a quien no se conforma con los dictados neoliberales. El estado de excepción creado por la pandemia ha reforzado las ya omnipresentes medidas de control. El peligro de que estas medidas acaben convirtiéndose en permanentes es no sólo real, sino probable. El estado de excepción permanente es una posibilidad del proyecto normalizador del Estado que hay que contrastar con decisión y energía, en primer lugar, siendo conscientes de ello, luego defendiendo los derechos y las libertades individuales y colectivas.

En la opinión de quien escribe el verdadero progreso no es incrementar, sino eliminar, los sistemas de control.

Única salida: el cierre

Este período de aislamiento nos ha permitido sentir en nuestros cuerpos la
importancia vital del movimiento, de la libertad. Hemos tenido la oportunidad para reflexionar profunda y empáticamente acerca de lo que un ser vivo puede sentir, con una intensidad infinitamente mayor, en los lugares de encierro: manicomios-instituciones psiquiátricas, CIEs, cárceles, zoos, criaderos.

Es un tema del que se ha hablado demasiado poco durante el confinamiento, de hecho muy raramente se habla de la legitimidad de la existencia de estos lugares, que, excepción hecha de las cárceles [El tema requeriría otro artículo. Cuando Lombroso quiso examinar a Tolstoi, en 1897, para confirmar su idea según la cual el escritor ruso era un degenerado, y conversaron acerca de la criminalidad, el escritor ruso estalló vehementemente: «¡Todo castigo es un crimen abominable!»], detienen a inocentes sin posibilidad de apelación.

Tras unos días de confinamiento emerge la necesidad de movimiento que caracteriza la vida de la mayoría de los animales. La vida humana, de hecho, se fundamenta en una tensión entre movimiento y asentamiento. También aparece la soledad, una presencia constante para una infinidad de personas más allá de este período de confinamiento, sobre todo las personas mayores. En lugar de ser consideradas las depositarias de la sabiduría y la memoria, las personas mayores son excluidas de la vida social, aisladas en establecimientos asistenciales degradantes, consideradas inútiles por el simple hecho de no producir.

Frente a nuestra breve permanencia en casa, la duración media de la reclusión en una prisión española, de 17,5 meses, es infinita. En el caso de los manicomios-hospitales psiquiátricos, el discurso es el mismo, con la importante agravante de que las personas internadas no han tenido posibilidad de defensa, ni siquiera de un juicio. Tras los cinco pasos adelante para recorrer la longitud de la celda, son los cinco pasos atrás que hacen entender su falso progreso, su carácter regresivo.

El período de confinamiento debería impulsar un verdadero avance, llevando a cuestionar la existencia de los lugares de encierro.

La máquina comprensible

La única máquina revolucionaria –simple, comprensible, mensajera de una cultura nueva– capaz de accionar el freno de emergencia del desarrollo ilimitado es la bicicleta. El futuro de la ciudad, si queremos vivir en ciudades realmente democráticas, igualitarias y ecológicas, estará centrado en la bicicleta como medio de transporte.

El espejismo del automóvil eléctrico sólo perpetuaría la misma economía con los mismos problemas y la misma destrucción, ocultando el problema tras una falsa solución. A nivel ambiental tanto su ciclo productivo como las fuentes de energía para alimentarlo seguirían agravando los problemas ambientales. Además, no se eliminarían las micropartículas generadas por el desgaste de frenos, embragues, neumáticos y asfalto, que representan una fuente importante de contaminación. El tráfico sería el mismo, así como el espacio robado al caminante, a las exigencias de juego de los niños, a la vida comunitaria, a la naturaleza, a la agricultura urbana, a los trazados urbanos irregulares que generan perspectivas nuevas. Las muertes por accidentes de tráfico no variarían.

El caminar, el paso como medio de relación con el lugar, de autonomía, sería complementado con la rueda no motorizada para los desplazamientos más rápidos. El transporte público colectivo, que evidentemente entra en conflicto con las medidas de distanciamiento físico, resultaría descongestionado, pudiendo seguir siendo un elemento importante de la movilidad si se intensificara su frecuencia reduciendo su capacidad.

(Re)naturalización: levantar el asfalto, sintonizarse con el ritmo lento de las plantas

Tomamos distancia con la naturaleza, creemos no ser parte de ella, la
consideramos nada más que un recurso. La naturaleza en la ciudad es un
monumento a su ausencia. De hecho, cuando está presente, es una caricatura de sí misma. Nuestra pérdida de una relación profunda con la naturaleza ha llegado a ser una verdadera desconexión. Restablecer esta relación es una urgencia.

Hay que crear una relación estrecha entre la naturaleza y el artificio por excelencia, la ciudad: sustituyendo el asfalto por materiales porosos, sobre todo la tierra, que permitan la penetración del agua en el terreno, creando zonas libres de mantenimiento en los parques urbanos, devolviendo al agua y al aire su carácter de bienes comunes. El uso del asfalto se ha extendido junto con la difusión del automóvil y ha llegado a cubrir casi por completo la metrópolis, separando a las personas de la tierra. Esta interrupción, esta fractura, adquiere un valor importante. La eliminación del sellado mediante la sustitución del asfalto ejerce una fuerte función simbólica de restauración de la relación perdida.

La eliminación del automóvil privado en la ciudad, junto con la renaturalización, no sólo contribuiría a mejorar el ambiente y la salud, sino que impulsaría el encuentro, los momentos conviviales y liberaría amplias áreas para la agricultura urbana, el juego, la creatividad, los momentos de otium.

Necesitamos ciudades que nos permitan recuperar nuestra relación con el agua y la tierra siguiendo el ritmo lento de las plantas.

Reapropiación de la calle: el juego subversivo

En una sociedad en la que la única cosa importante es producir, el juego se vuelve un acto revolucionario. El juego libre, creativo, espontáneo, anti-productivo, liberador, libertario que sólo puede ocurrir en la calle, con reglas no escritas. Juego que ayuda a resistir a los eventos adversos, un trabajo que vacía, la justicia que no escucha. Cuando la calle ofrece oportunidades para jugar la libertad coge forma. En cambio, lo que ocurre en las ciudades es precisamente lo contrario. A los niños se les ofrecen áreas de juego diseñadas, vigiladas, controladas. Se confina artificiosamente en lugares específicos una actividad que debería desarrollarse libremente en cualquier lugar, como parte de la vida. Indicando lugares específicos, se comunica implícitamente la prohibición del juego en cualquier sitio que no sea el previsto por el diseño de un experto. La ciudad no es una maqueta que expertos modifican dando soluciones a problemas. La ciudad debe ser organizada por las personas que la viven, entre iguales, en una verdadera democracia. De hecho, a pesar de estar dirigido a la alcaldesa de Barcelona, el Manifiesto está principalmente dirigido a todas las personas que habitan la ciudad.

Acerca del Manifesto por la reorganización de la ciudad tras el covid19

La pandemia COVID19 y la experiencia del confinamiento han evidenciado la urgencia de cambios profundos en la organización de la ciudad. Para hacer frente a futuras pandemias y contrarrestar la grave crisis climática que afecta al planeta es impostergable sustituir la mercantilización de la ciudad por la centralidad de la vida en todas sus formas.

El Manifiesto por la Reorganización de la Ciudad tras el COVID19 fue publicado el 20 de abril de 2020, aún en pleno confinamiento, como propuesta para enfrentar los problemas ecológico-sociales que afectan a la ciudad neoliberal y que la pandemia ha puesto en evidencia. Su autor es Massimo Paolini, teórico de la arquitectura y miembro de POLLEN · Political Ecology Network. El Manifiesto se fundamenta en cuatro elementos clave:

• Reorganización de la movilidad
• (Re)naturalización de la ciudad
• Desmercantilización de la vivienda
• Decrecimiento

A cinco meses de la publicación del Manifiesto el debate acerca de la urgencia de cambios urbanos y sociales es aún más importante, debido a que estamos avanzando a paso acelerado hacia una sociedad incapaz de enfrentar y resolver sus problemas estructurales, tanto ecológicos como sociales. Los tímidos cambios que ciudades y gobiernos están llevando a cabo se reducen a elementos cuantitativos (centímetros de aceras, kilómetros de carriles bici) en lugar de impulsar cambios cualitativos profundos que alcancen las causas que han producido la grave situación que estamos viviendo.
La oportunidad única que esta pandemia representa para reorganizar la sociedad, y la ciudad, está siendo desaprovechada. Debemos actuar enérgica y sinérgicamente para enfrentar los problemas estructurales que la actual pandemia ha claramente evidenciado.

Número de firmantesMás de 2000: académicos (más de 160), profesionales (entre ellos más de 300 arquitectos) y sociedad civil.
En la prensaPeriódicos y revistas tanto españolas (El País, La Marea, El Periódico, Público, Plataforma de Arquitectura, Laboratorio Filosófico Sobre la Pandemia y el Antropoceno-Red Española de Filosofía, Red Fundamentos, Revista Argia, etc.) como internacionales (Volume Magazine, Degrowth.info, POLLEN · Political Ecology Network, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias | Universidad Nacional Autónoma de México) han escrito sobre el
Manifiesto.
Ciudades que han
impulsado iniciativas
inspiradas por el
Manifiesto
Granada: https://www.granadahabitable.org/
Guadalajara: https://guadasostenible.wordpress.com/
Zaragoza: https://otranormalidadsostenible.wordpress.com/
País Vasco:
https://euskalherriapertsonentzat.wordpress.com/2020/05/07/euskal-herria-pertsonentzako/
Ciudades Sostenibles y Justas:
https://you.wemove.eu/campaigns/Ciudades-sostenibles-yjustas

Enlace al manifiesto: https://manifiesto.perspectivasanomalas.org
Para firmar el manifiesto: https://manifiesto.perspectivasanomalas.org/firmar/

Artículo publicado en la Revista PAPELES de Relaciones Ecosociales y Cambio Global Nº 151 2020, pp. 67-74, ISSN 1888-0576.

Imagen: Magistrála | Praga [2017]. Autor: Massimo Paolini

 


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